sábado, 30 de octubre de 2010

Escuela y el concepto ciudadanía y convivencia

Por: Armando Ramirez, Comunicador Social - Periodista

En conversación con una compañera del Colegio que hoy en día es Docente hace 7 años y ha trabajado en distintas Instituciones Educativas de Cúcuta, pude acercarme muy brevemente al concepto bajo el cual se percibe la Convivencia y Ciudadanía en la Escuela; con voz firme aseguró “a los jóvenes se les dan la normas y reglas y esas normas y reglas deben cumplirse, por lo tanto si no se acogen… se sacan del colegio”.
Después de una afirmación tan arbitraria pensé en Paulo Freire y su famosa frase de la  Pedagogía del Oprimido “Nadie Educa a Nadie, así como tampoco nadie se educa a sí mismo, los hombres se educan en comunión y el mundo es el mediador”[1],y solo pensé en  tan acertada afirmación, porque asocie el comportamiento que tuvo mi compañera en la época del Colegio e hice un paralelo entre lo que es en la actualidad para darme cuenta que su rebeldía sin causa en el colegio no trajo ninguna consecuencia negativa, por el contrario le permitió interactuar con su entorno y así poderse adaptar a los estándares de comportamiento que nos impone la sociedad, no obstante la discusión no debe desviarse en si estos estándares son buenos o malos, simplemente le permiten a la persona actuar bajo unos parámetros mínimos para una convivencia agradable.

Ante un panorama tan apocalíptico como las afirmaciones de mi compañera, docente del nuevo milenio, puede deducirse que la convivencia y ciudadanía está asociada en la Escuela al autoritarismo y la imposición de unas reglas y normas; el diálogo está totalmente vetado a la hora de explorar este campo de acción que permite formar ciudadanos democráticos participes de los diferentes procesos económicos, sociales, educativos y políticos entre otros, de la sociedad.

Aquí cabe traer a Jesús Domingo Segovia de la Universidad de Granada en  España y lo expuesto en su artículo Educar a la Ciudadanía en una Escuela Pública de Calidad, publicado en la Revista Iberoamericana de Educación.[2] donde afirma que “la escuela da prioridad a garantizar la igualdad en derechos y en deberes en condiciones de equidad, que es para todos, promueve y se sustenta en la participación y el control social, desarrolla una educación democrática, que promociona la integración de ciudadanos y sustenta unos marcos comunes y éticamente aceptables de convivencia”, anotación que en la práctica es contradictoria, pues los espacios escolares están cerrados a una manifestación antagónica con los parámetros de la Institución ya que toda expresión contradictoria es vista como una peligrosidad a la Institución y a los demás alumnos.

No obstante esta situación redunda también en un sentido económico, pues uno de los apartes de la conversación con mi compañera quien dicta clase en las tardes en un colegio privado, era que “cuando alguno padres de familia se enteran que existen problemas con determinados alumnos, problemas como de drogadicción, promiscuidad sexual o problemas fuertes de indisciplina, inmediatamente exigen al colegio que estos niños o niñas sean sacados del colegio o ellos sacan a los de ellos”, entonces, aun más impresionante era la afirmación que hizo después, “póngase usted a pensar, al colegio le conviene sacar de la Institución a un niño drogadicto  y no se que se lleven tres o cuatro niños bien, así mismo pasa en la sociedad, es mejor que se dañe uno solo y no que se dañen cien”, sin palabras deja una afirmación de estas, pues la escuela rompe automáticamente con su responsabilidad de formar ciudadanos que estén comprometidos con el desarrollo de su propio entorno, para mantener su flujo económico y hacer de la Institución un negocio rentable sin tener en cuenta que estas personas son los autores de las transformaciones que se dan en la sociedad actual y evolutivamente nacerán nuevos responsables de lo mismo.

Sin embargo se debe reconocer que la escuela es la Institución con mayor influencia en la formación del ciudadano, y esa formación deben complementarse en el hogar, teoría que reafirmaba mi compañera en la conversación “uno le explica a los muchachos, les habla, les trata de orientar y guiar…y solamente ellos son los que escogen si aceptan o no esa enseñanza que se les da, a demás esa enseñanza debe estar acompañada de la formación y autoridad de los padres, si ellos llegan a la casa y les enseñan otra cosa totalmente distinta, pues no tiene ningún sentido ir al colegio”, de ahí también se desprende que esta  y las otras percepciones son subjetivas por parte de mi compañera, lo cual no quiere decir que todas las Instituciones Educativas manejen este concepto.

La situación radica en la interpretación que le da el docente a los conceptos de ciudadanía y convivencia y su respectiva pedagogía para la formación y participación en este campo, aquí los alumnos juegan un papel importante  y es una tarea mancomunada entre padres, profesores y alumnos, los padres que no entorpezcan los procesos llevados en la escuela y que complementen en el hogar estas enseñanzas dando espacios para que el joven vaya adquiriendo responsabilidad y capacidad de asumir los nuevos retos que se le presentan, los profesores deben ser el puente entre la realidad y la formación, es decir deben propiciar espacios donde el alumno se desarrolle sin ningún tipo de influencia que lo lleve a crear una personalidad que termina siendo fiel copia de sus orientadores y por ultimo y no menos importante los alumnos deben estar en disposición para caminar en los procesos que la escuela va desarrollando en bien de la formación de cada uno, sin embargo están invitados a tener autonomía para refutar o acoger dichos procesos, no obstante estas posiciones deben estar argumentadas por una posición ecuánime entre lo expuesto y lo actuado frente al tema.


http://www.rieoei.org/deloslectores/611Segovia.


[1] Pedagogía del Oprimido-Paulo Freire
[2] Jesús Domingo Segovia, Educar a la Ciudadanía en una Escuela Pública de Calidad (ISSN: 1681-5653)

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